jueves, 8 de noviembre de 2018

Resultado de imagen de carpas doradas
He soñado que estaba en una subasta de arte. La primera pieza que se subastaba era un puzzle. Me enteraba que costaba 12€ la unidad y me fui a comprar uno. Era una imagen de peces rojos anaranjados (carpas doradas). Un banco de peces que parecían nadar en el aire, se movían hacia la izquierda y eran como si fuesen hechos con fichas de lego. El aspecto tridimensional de cada pez, abigarrado de fichas, tenía un aspecto fragmentado. Recordaba una de estas obras que tratan el tan manido deconstructivismo. Poseía una atmósfera de ruido, como un efecto glitch. Supongo que por la relación entre las piezas de lego (con los tetones hacia afuera reproduciendo las escamas) y los cortes de las piezas del puzzle.

Resultado de imagen de peces rojos
Resultado de imagen de deconstrucción arte
En algún sitio de aquel lugar, que más que parecer un salón de subastas parecía una biblioteca de aspecto decimonónico: oscuro, de luz cálida y acogedor, encontré una mesa con algunas cajas encima. Como si de una oferta de Toys R'Us se tratara, lo que fue una montaña de puzzles apilados ordenadamente, ahora sólo eran los resquicios que no se había llevado nadie aun. Cogí uno de una imagen distinta a la que se presentó para la subasta. El artista había realizado una serie de varias imágenes. Me cercioré de que el precio eran 12€ al ver la típica pegatina naranja en el borde largo de la caja. Vi otro modelo pero era más caro y no me gustaba tanto. El mío era una fotografía vertical que recordaba a aquellas pinturas de género donde se pintaban los cuadros que poseía alguien. Con un aspecto bastante contemporáneo, se observaba una pared gris con cuatro cuadros figurativos oscuros y un espejo redondo (u ovalado, no recuerdo bien) en el centro. Era el espejo de Jan van Eyck en el Matrimonio Arnolfini, aunque salvando las diferencias formales. A la izquierda descompensaba el encuadre un perchero de pie con ropa colgada. De ese mismo lado también entraba una luz natural suave pero que proyectaba en la pared sombras duras del borde de los cuadros y del espejo. Sin duda, la imagen había sido procesada con photoshop.

 Resultado de imagen de puzzle arteResultado de imagen de Matrimonio Arnolfini

Con la caja en mi regazo como protegiéndola, miro sobre la mesa por si hay otro puzzle que me guste más para cambiarlo. Me gustaban más los peces. Se acerca entonces una pareja de chico y chica a husmear entre los despojos. No pierden de vista el puzzle que llevo con la esperanza de que dude un momento y lo suelte. El mío no era gran cosa, pero no estaba mal al lado de lo que quedaba y, por ese precio, no estaba dispuesto a irme con las manos vacías. Deambulo un poco por aquel lugar mientras me dirijo a pagar por si hubiese otra mesa con más puzzles. Me gustaba este artista y deseaba otro modelo algo más interesante estética o conceptualmente.
Imagen relacionadaVeo frente a mí dos trabajadores sentados al otro lado de un mostrador. Están dentro de un habitáculo de mobiliario de madera oscura y bellas molduras. Intuyo que es para pagar. Al acercarme veo a mi izquierda que se abre un espacio rectangular con una mesa de madera circular y una montaña de puzzles bien ordenados. ¡Qué suerte! Miro los modelos. No está el de los peces pero veo uno parecido al mío que me gusta más. Es horizontal, una pared gris, el mismo perchero y la misma luz a la izquierda. Abajo, centrado, un mueble minimal alargado y de madera clara amarillenta ocupa casi toda la longitud de la imagen. Encima un cuadro horizontal y un espejo, esta vez sí, circular. Dejo el otro puzzle y me quedo con este. Sigo mirando alrededor de la mesa. Veo una pila de libros. El artista tiene un libro de 10€ en el que habla de su obra. En el dorso (o en la lengüeta de la portada) aparece una foto de él a tres cuartos. Lleva gafas, barba y una calva avanzada. Diez euros me parece mucho teniendo en cuenta que la obra cuesta 12, así que disimuladamente introduzco un ejemplar en el bolsillo de mi chaqueta gris de espiga. Mientras me acerco al mostrador me aseguro de cambiar de bolsillo mi cartera para no confundirme y sacar el libro al pagar. Me atiende el hombre de la izquierda mientras el otro está inmiscuido en su trabajo. Pago, no sé con qué, porque no recuerdo ver dinero, y me voy tan contento con mis nuevas adquisiciones.


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Resultado de imagen de apilar cajas original
Al margen de lo anecdótico del sueño y lo detallado del recuerdo, me parece interesante la idea del puzzle como obra de arte. Como objeto que contiene una imagen que el espectador tiene que reconstruir. El espectador depende de su capacidad resolutoria y empeño para acceder al contenido de la imagen. Como ocurre con el arte a la hora de entender su contenido. Todo el arte tiene una dimensión jeroglífica, de interpretación, de extraer diferentes lecturas de los elementos que la componen. Piezas, que requieren del trabajo de hacerlas encajar hasta completar su sentido. Como un rompecabezas para alcanzar la comprensión. 

En el puzzle del sueño aparece el espejo como elemento que apela al espectador y que nos remite a la reflexión. A la contemplación de la imagen más allá de su delgada superficie. Nos invita a atravesarla. El montaje del puzzle-obra implica necesariamente al espectador, incluso a un grupo (¿quién no ha participado en el montaje de un puzzle en familia?). Y si bien el puzzle puede apelar a la familia o al trabajo en equipo, sobretodo está inmanente la idea de búsqueda. La búsqueda para la consecución de la imagen. La idea de desentrañar la imagen, comprenderla, adquirir un nuevo nivel de conocimiento.

Aprehenderla en el sentido de convertirla propiedad de uno mismo.
Bodegón de perchero con chaqueta, luz, espejo, cuadros... todos elementos que apelan al propio arte. Una metalinguística. Y siempre la sospecha de que falten piezas, de que todo no encaje. Pero, ¿hay puzzle en el arte en que todo encaje? ¿Pierde valor si faltan piezas?